Día de la madre

Hoy, si hablamos de ella, puede que la encuentres manifestada en la estela de una fragancia, en una mueca irrepetible, en el ademán de sus manos al ceñir la botonadura del abrigo, en una, dos, o mil batallas, en la planta que palpita selvática desde hace más de 20 años, en una caligrafía, en la fantasía que conseguía suscitar de las escenas fabulísticas que te releía cada noche, en sus demonios, en la melodía de aquella antigua banda sonora que tararea una y otra vez, en una jubilosa remembranza, en el destello de las gemas que coronan una arcaica sortija, en su melancolía…